Ahora que ha empezado « la nueva normalidad«, podemos evaluar si hemos podido mantener hábitos saludables en la dieta, rutinas de ejercicios en casa y todos los propósitos que teníamos en mente. A lo largo de las semanas he escuchado a muchas personas decir que picoteaban y acudían a la nevera constantemente, por ansiedad o por aburrimiento. También que han engordado 4 kilos como mínimo.
Todo parece normal ante una situación que ha modificado nuestras rutinas. Sin embargo también hay que decir que si respondes naturalmente a una falta de actividad física importante, como la hibernación obligatoria por la que hemos pasado, lo natural es disminuir el consumo de alimentos puesto que el desgaste energético es mínimo.
¿Qué ha pasado entonces?, lo que ha pasado es que la respuesta mental a las nuevas necesidades físicas no es la adecuada. Entre la mente y el cuerpo se interponen sensaciones emocionales estresantes, de difícil resolución inmediata desde nuestra habitual área de gestión emocional. Comemos más y con una intención doblemente compensatoria, buscando más control, sensaciones placenteras y anestésicos al dolor de la incertidumbre. Todas las personas con algún trastorno en la conducta alimentaria conocen estos mecanismos. Los demás tan sólo tenemos que ser más conscientes para ocuparnos de nuestras salud adecuadamente.
Debemos desarrollar una relación más benéfica con nuestro cuerpo para poder garantizar el alimento que necesita. El continuo picoteo, especialmente de comidas con un alto nivel de hidratos de carbono, harinas y féculas, también de azúcares y glucosas obligan al cuerpo a desequilibrar el nivel de insulina y como consecuencia aumenta la sensación de hambre, antojos y poca energía. Si no dejamos descansar el cuerpo de estos alimentos y espaciamos el horario entre comidas perdemos energía y ganamos peso.
Esta relación benéfica con el propio cuerpo se obtiene con información dietética y gestionando la respuesta emocional de forma que no tenga que intervenir la comida para sentirnos mejor. Cultivar una mentalidad flexible ayuda a no entrar en excesos ni carencias alimentarias. Podemos disfrutar y comer sanamente, no importa si eres vegano, macrobiótico o sigues la dieta mediterránea. Pero cuanto más natural mejor y en proporción a las necesidades energéticas de nuestro organismo.
En resumen, si en estas 6 semanas has asaltado la nevera demasiadas veces y has vuelto a la bollería y dulces más de lo habitual es que para ti es muy importante que reconstruyas conductas y hábitos saludables independientes de las emociones o del estrés. Busca y encuentra ese equilibrio. Seguro que hay que hacer cambios y renuncias voluntarios pero que con toda certeza te llevarán a un mayor y duradero bienestar.